Nos conocemos la secuencia al milímetro. El plato fuerte llega al final de la keynote y ahí está Tim Cook presentando el iPhone 5S, un smartphone que es presentado con tal magia que uno pensaría que llega aterrizado de otro planeta. Es el efecto de las presentaciones de Apple: hay que pellizcarse el brazo para constatar que uno sigue en este planeta y que lo que ha visto está sólo a una pasada de VISA de distancia. Pero superado este efecto anestésico que la firma de Infinit Loop domina tan bien, toca revisar el asunto con calma. Vamos a ver ¿qué ha presentado Apple realmente? El diablillo que llevamos dentro reconoce que no es sino un iPhone 5 al que se le ha añadido un lector de huellas, más procesador y para de contar. Los detractores de la marca encuentran pronto la carnaza para saltar al cuello y no sin argumentos: desde fuera el nuevo modelo no es sino un restyling low-cost de un smartphone existente. Con todo el dinero que ganan y encima ahorrando en desarrollo...
Pero en esta marca nunca nada es lo que parece. Ya lo apuntamos en su día: el 5S cuenta con la peculiaridad de avivar las llamas de acólitos y detractores de un solo gorrazo. Los que quieran ver que Apple ha presentado un 'más de lo mismo' tienen munición para aburrirse, pero los que miren con cariño a la marca pueden apreciar los esfuerzos por mejorar un smartphone excelente, el iPhone 5. Y lo era, por cierto. Pero vamos a los hechos: el iPhone 5S es un iPhone 5 vitaminado, o al menos desde fuera uno no percibe qué equipo es cuál. Y esto último no es un dato menor. Ante este panorama, fueron muchos los que vaticinaron el batacazo del producto y hasta el colapso de la compañía, pero atentos al dato, porque el 5S podría haber pulverizado todos los récords de ventas de la casa en su lanzamiento.
Hablar de cifras de ventas en una marca como Apple es muy complicado, puesto que hay que tener en consideración otros elementos como las expectativas depositadas y porque realmente el fabricante únicamente luce músculo cuando se celebra alguna de sus presentaciones. Sin embargo, VenturaBeatrecoge las estimaciones del banco de inversiones Cantor Fitzgerald que en su 'Apple Barometer' avanza que las ventas de la casa de la manzana habrían crecido un 20% el mes de noviembre. Sí, lo has leído bien, un 20% de crecimiento con respecto a octubre y recogiendo las ventas de dos de sus productos estrella: iPhone 5S (5C, parece que en menor medida) y iPad Air. Estamos hablando de tasas de crecimiento de ventas más propias de una start-up que de una empresa consolidada, y ante la sorpresa nos asomamos a la bolsa para ver si estamos ante un espejismo o realmente los inversores corroboran esta previsión. Y aunque sin picos, las acciones de la firma de Cook & Co siguen en una pendiente empinada de crecimiento en todo lo que llevamos de año, y llegando a su punto álgido (por el momento), el Black Friday.
Es cierto que el dato de Cantor es una previsión basada en las ventas de componentes de cadenas de montaje ubicadas en Asia, pero algo nos dice que no va a ir muy desencaminada: Apple podría haber vuelto a arrasar en ventas con una nueva iteración de iPhone con la que sigue seduciendo al mercado. Y estamos hablando de un smartphone que, como hemos señalado antes, comparte el mismo chasis que el modelo precedente, o por decirlo de otra manera, sólo el propietario de un 5S sabe que lo es: no hay una forma clara desde el exterior de determinar el salto del modelo. Y sabemos que la imagen en telefonía móvil lo es todo. ¿Cómo es posible que un fabricante logre superarse a sí mismo en ventas en un mercado tan dinámico repitiendo 'vestido'? Las comparaciones son odiosas, pero... ¿Se imagina alguien a Samsung presentando el Galaxy S5 clavadito al S4? Algo no cuadra en este juego de números y percepciones, y parece que el fabricante es el único que pisa sobre seguro en este extraño baile.
Es difícil entender qué se está moviendo exactamente aquí pero la firma fundada por Steve Jobs mantiene un intenso idilio con sus clientes que no es percibido por el resto del mercado. Como usuario habitual del iPhone desde el modelo 3GS me he formulado muchas veces la misma pregunta: ¿por qué no cambiar de plataforma? ¿Cuál es el vínculo que une al propietario del iPhone a la marca? Dejemos de lado los aspectos 'emocionales' del asunto (cada cual tiene sus filias y sus fobias): bajando al terreno de lo práctico, el usuario del smartphone de Apple se encuentra con un entorno cerrado en el que todo simplemente funciona. Y lo hace a la primera, y lo que resulta más interesante, se tiene ya la certeza de que lo nuevo que llegue, ya sea en forma de app o periférico, también lo hará. El usuario de otra plataforma puede defender, con razón, que la suya hace lo mismo que la de Apple, pero aquí el mérito hay reconocérselo a las huestes de Tim Cook: el logotipo de la compañía va vinculado inequívocamente con la sencillez. Todo es muy fácil, y como apuntamos, simplemente funciona. ¿Ñoño? ¿abumismo.? Sí, pero funciona.
Uno al final quiere que la tecnología que le rodea le resuelva la papeleta y de repente la eficacia cobra un inesperado peso. El iPhone puede ser limitado en muchos aspectos y requiera de muchos más pasos para resolver una determinada tarea que sus rivales, puede que iOS acuse el paso de los años, pero lo cierto es que la experiencia de uso sigue siendo homogénea y uno tiene la constancia de que si repite una serie de comandos, al final el resultado será el deseado. Esta eficacia se extiende al terreno de los periféricos donde la nutrida red de accesorios se conectan al dispositivo y listo, no hay mucho más que hacer. Es el escenario idílico para el usuario poco avezado y sin ganas de complicarse la vida. iCloud y AirPlay conforman los barrotes de esta jaula de oro en la que el usuario del móvil de la firma californiana se encuentra a gusto. Encerrado sí, pero a gusto. Tanto que repite la fiesta cada año, aunque el vestido sea el mismo.
Fuente: Jose Mendiola
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